Que la Iglesia no hace todas las cosas bien, es una perogrullada. Como institución humana que también es –y ojo, fíjense en el también, que para los creyentes una dimensión trascendente y de querida por Dios tiene la Iglesia-, ya digo, como institución humana es falible, yerra, se equivoca, la lía parda.
La historia nos da buenos ejemplos de ello, y aunque no son las cosas exactamente como plantea una cierta corriente de opinión muy evidente en lo cotidiano, pero también presente en la historiografía, que entiende que la fe y la Iglesia son el origen de todos los males que nos acechan y nos persiguen, y el cúmulo de todos los peligros para la sociedad y la persona, cosa no solo harto discutible, sino atendiendo a la historia manifiestamente mentira, sería igualmente una puerilidad del mismo grado, negar que la Iglesia se ha equivocado en el pasado.
El problema es que a veces pareciera que no aprendemos de ese pasado… que cometemos los mismos errores una y otra vez… y esta vez con Cataluña y de nuevo con el independentismo.
Leo una terrible entrevista a un monje benedictino –aquí– en la que cae en todos los errores que la Iglesia ha cometido cada vez que se ha abrazado a los nacionalismos: manipulación, mentira, sectarismo, división, egoísmo, victimismo, culpabilizar siempre a otros… y sobre todo, y lo que es peor, utilizar el evangelio, a Dios, crear ídolos –esa patria (sic) catalana…- , en nombre de la propia ideología, de las propias emociones… convertirse uno mismo en criterio absoluto de opinión…
Si a nivel puramente civil y humano, tal actitud es reprobable porque niega al otro, porque se convierte en una cerrazón personal que se reafirma contra otros y sobre otros, cuando además lo hace un religioso, un creyente, un consagrado, es casi que más escandaloso para quienes queremos seguir el evangelio y llevarlo a los demás, porque supone una deformación escandalosa de la fe, manipulándola para ponerla al servicio de una perniciosa posición política egoísta y excluyente como es el independentismo.
¿Cómo ha sobrevivido la Iglesia a sus errores y cómo puede sobrevivir en el futuro?
Pues me parece a mí, que ha podido sobrevivir a sus errores por aquello del trigo y la cizaña, por aquello de que a la par que humana y falible, hay algo de trascendente y divino, que se encarna en que hay siempre junto a ese rostro que deforma a Dios, otro que lo muestra claramente, o que al menos, muestra que no todo son errores… vamos, que junto a lo peor, convive lo mejor, más entregado y constructor de encuentro, bondad, sabiduría, convivencia, paz, justicia, solidaridad y amor.
Y de ese otro rostro de Iglesia, también hay ejemplos en Cataluña, de quien no se deja llevar por las emociones de los cantos de sirena del egoísmo independentista, y busca con sinceridad el encuentro, el bien común, la solidaridad y la justicia y no el egoísmo rupturista. Véase aquí también una breve entrevista con el Obispo de Barcelona, Mons. Omella, que dónde va a parar, es mucho más moderada, equilibrada, serena y evangélica.
En fin. Que con amigos como estos, la Iglesia tendría bastante sin necesidad de anticlericales ni radicales. El gran y terrible problema de estos errores eclesiales, como los de este monje, que pone rostro a todo un sector de la Iglesia en Cataluña, es que deforma profundamente lo que la Iglesia es y quiere ser para toda la sociedad.