Polémicas vienen apareciendo en las últimas semanas -quizás meses- con la tónica general del conflicto entre la libertad de expresión y el respeto a los sentimientos religiosos.
Pareciera una moda eso de insultar lo religioso, o por mejor decir, lo cristiano, porque quizás con la experiencia europea (Francia, Holanda…) no se toma al Islam y a su profeta como tema de chanza o ridículo, y sí al cristianismo.
Se podrá decir que nuestro contexto cultural es cristiano históricamente y que por eso la mofa o el ridículo se dirija a la fe de los cristianos, pero quien suele ridiculizar o tomar la fe en Jesucristo como objeto de mofa, suele ser el mismo que defiende la aportación cultural que los musulmanes hicieron por siete siglos en España…
Sea como fuere, eso de la hipocresía, que de eso va lo que quería contarles hoy, se extiende mucho en el juicio sobre esas manifestaciones de supuesta libertad de expresión.
Cuando no es una concejala gritando barbaridades al entrar en una capilla católica, es una poetisa catalana progre utilizando el padre nuestro -la oración por antonomasia de los cristianos- para reivindicar feminismos radicales, o unos titiriteros que en su guiñol asesinan monjas… las viñetas están a la orden del día, exposiciones artísticas con insultos a los signos y símbolos sagrados cristianos, sin hablar de twits, expresiones públicas, desprecios, insultos, etc.
El caso es que a mí, personalmente, pues que quieren qué les diga, no insulta quien quiere, sino quien puede. No me siento yo personalmente atacado en mi fe por cosas como esas, entre otras cosas porque no identifico mi fe en Jesucristo con lo que esa gente suele criticar de ella. Me parece que tienen una visión deformada, irreal, equivocada, inculta, trasnochada, llena de falsos tópicos, mentirosa de lo que el cristianismo es.
Esa idea podría llevarnos a por qué la tienen así. Y hay dos posibilidades, que seguro se mezclarán. Una que demasiadas veces se ha expuesto mal y sesgadamente la fe en Cristo-Jesús, y otra que su visión ideologizada del mundo, le hace ver desde su anticlericalismo, lo que quieren en vez de lo que es. Ambas se mezclarán seguro.
Pero a lo que iba. Que aunque a mí no me supongan problema esas supuestas manifestaciones de libertad de expresión – y digo siempre supuestas, que está mucho por ver que el insulto sea libertad de expresión….-, veo que hay gente que si le ofenden. Para la convivencia común tenemos un problema… es el tema del conflicto de los derechos protegidos, y en qué situaciones y cuales se ven privilegiados en su protección: los sentimientos/convicciones privados o la libertad de opinión/expresión. Otro problema añadido aquí es que probablemente no les interesa la convivencia entre quienes piensan distinto -eso se llama democracia…- sino que lo que les gustaría es que quienes no son como ellos desaparecieran. Totalitarismo y fanatismo se llama eso, en este caso anticristiano.
Pero de nuevo volvamos a la cuestión del conflicto entre derechos protegidos. Entiendo que ante ello hay diferentes maneras de posicionarse de nuevo según la propia visión del mundo. El problema viene cuando esa visión del mundo, pongamos a favor de la libertad de expresión frente a los sentimientos o las convicciones personales, es sólo cuando a uno le interesa, cuando la expresión es la mía y a favor de lo que yo creo…
Eso se llama hipocresía y lo que señala no es que uno esté a favor de la libertad de expresión, sino que está a favor de lo que uno quiere, o quizá mejor, que uno está en contra especialmente de lo cristiano. Por traumas, convicciones, enfermedad, opinión, ideología, revancha, por haber encontrado la madre de todos los problemas, por ser más inteligente que nadie o por no soportar que alguien crea en Jesucristo, en la Iglesia o en la Virgen María.
Y eso ante todo lo que denota es una falta de tolerancia y de respeto por el otro, un afán de que nadie piense distinto a mí, un totalitarismo disfrazado de derechos que asusta. Y asusta porque ya sabemos a dónde lleva. El siglo XX está lleno de esos fanatismos ideológicos. La ultraizquierda actual no se esconde y menciona sin rubor alguno los Lenin, Stalin, Trotsky, Mao, etc., etc., como referentes y modelos. Podemos los primeros. Asusta porque eso solo trae muerte, guerra, genocidios y destrucción.
Por eso deberían posicionarse los dictámenes judiciales a favor del respeto por los sentimientos y convicciones religiosos frente a concretas manifestaciones públicas de mofa, ridículo o insulto de lo religioso, porque así se defiende el pluralismo, el respeto, la convivencia, la paz y la posibilidad de construir entre todos, más allá de convicciones personales, respetando a los que no piensan o creen como yo, una vida mejor.